domingo, 4 de abril de 2010

YA SE CÓMO DESHACERME DE MI EX MUJER Y LAS DEMÁS

Uno no gana para sorpresas. Toda mi santa vida queriendo entrar en el baño de las chicas sin ser visto, así, como invisible, y espiar sus tetas, sus coñitos rizaditos, lisos, ausentes, conspicuos, dejados caer, insolentes, aplastados, lenguaraces. También sus culitos de cerditas a puntito de ser cocinadas. Su lesbianismo jovial, trivial, pero a flor de piel.

Todos los días de mi existencia soñando con entrar en una cafetería sin ser visto, coger una magdalena sin ser visto, mojarla en el café de algún ejecutivo engominado y aplastarla en su jeta, en su ego, en su cara de nadie me había dicho en el Financial Times que esto podía suceder.
Pues sí. Puedo hacerlo y, cómo no, gracias a un chino, y no me refiero a los de papel de plata de los yonkies, no, así sería muy sencillo, sino a esos que son bajitos, se comen a sus ancianos y cocinan patatas bravas por todas las ciudades de España. En alemania supongo que curry wurst...

Me embrollo, pero eso siempre me pasa cuando hablo de chinos. Pues miren, lectores, seguidores de este blog -evidentemente, tarados mentales todos-, Xiang Zhang, director de un equipo de cintíficos de la Universidad de California en Berkeley lo ha conseguido. No es coña, aquí os dejo el link.

Por ahora lo han hecho a una escala muy pequeña, nanonoséqué se llama, pero de ahí a pasar a conseguir una capa que pueda esconder, ocultar, emboscar, embellecer, cuepos humanos es sólo cuestión de acabarme el cartón de ducados de esta semana. Joder, cómo piensan los chinos, qué bien gastan su dinero los yankies y qué utilidades cojonudas sabemos darle los españoles.
Pues eso, no hay que ser un Perry Mason para deducir, una vez leído el título, cómo hostias quiero emplear el dichoso invento del esclarecido Xiang Zhang. Pero ya puestos, no sólo acabaré con mi ex mujer sin ser culpado, sin testigos, sin indicios de culpabilidad, sino que también con todas las zorritas que se han encargado de perpetuar la única enseñanza que se transmite genéticamente de generación en generación entre las mujeres: joder al hombre.

Preparos, mujeres del mundo, Mario es como Harry Potter, o mejor, como Claude Rains haciendo del Dr. Jack Griffin en The invisible Man, cubierto con vendas y unas gafas oscuras, dispuesto a retorceros el cuello, metafóricamente hablando, claro, no se me vaya a tratar de presunto.
Ay, qué placer, qué gusto, qué esparcimiento más reconfortante. Ahora sólo resta esperar a que el entrañable Fu li tu de mi esquina venda el invento a 1 euro.
Santos chinos. Santa globalización.

No hay comentarios:

Publicar un comentario