martes, 6 de abril de 2010

Gilgamesh y la nueva narrativa

Siempre me han hecho gracia esos tipos que se pasean por los cines en versión original y por las librerías de viejo uniformados con sus gafas de pasta y su cuello de cisne, preferiblemente negro. Intelectuales y artistas incomprendidos que, en cuanto la sociedad despierte, serán reconocidos como los genios que son. ¿No van acaso a ver cine iraní y leen poetas polacos y sus gafas tienen más pasta que lente? ¿No es eso garantía de que estamos ante un nuevo Van Gogh, Goethe o Pasolini?

Ayer entrevisté a uno de esos. Un escritor que aseguraba, con seriedad grave, que en sus novelas había un salto telúrico-cuántico con respecto al pasado. Que tras su lectura uno se daba cuenta de que se encontraba ante algo nuevo, en un territorio desconocido de la sensibilidad y no sé qué paparruchas más que dejé de escuchar para recordar por qué me había hecho una marca de boli en la mano antes de salir. Me hablaba de la nueva narrativa, todavía sin nombre por ser demasiado nueva, claro. Me hablaba de un mundo conectado y de unos narradores poliédricos y yo dale que te pego intentando recordar por qué me había hecho una cruz en la mano con un boli negro.

-¿Se puede decir la palabra "pedo" en la nueva narrativa sin-nombre-interconectada-telúrico-estratosférica?, le pregunté. Lo hice para ganar tiempo mientras pensaba en la cruz sobre mi piel. Se quedó serio. No se esperaba esa pregunta. Balbuceó un poco. No le dejé contestar. Me daba igual la palabra "pedo", la verdad.

-Creo que lo que hacéis los jóvenes es la misma mierda. A lo único que podéis aspirar es a hacer una mierda entretenida. También creo que lo que hacen los viejos es una mierda, no te creas. La función del arte es simplemente entretener.
Intentó decirme que no estaba de acuerdo. No le dejé hablar.

-En Gilgamesh ya está contenida toda la literatura: sexo, amor, conflictos, arrepentimiento, el desamparo ante los dioses y la existencial búsqueda de la inmortalidad. En una tablilla de barro escrita en el siglo XX antes de Cristo ya hablaban de todo lo que interesa al hombre. Al de antes y al de ahora.

Empezó a rebatirme pero pasé de él. La cruz de boli, la cruz de boli... al final caí: me la había hecho para recordar que debía pasarme por el videoclub a devolver una película de Bruce Willies. ¡Ese sí sabe entretener!

-¿No crees? -dijo de pronto el escritor acabando su larga reflexión llena de palabras esdrújulas. No sé de qué me hablaba, pero dije rotundamente:
-No, no creo.

1 comentario:

  1. Para muchos críticos todos los libros son variaciones del quijote. No sé, yo me he leído muchos libros y en todos no sale Sancho Panza, en otros sí: Providence.

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