viernes, 9 de abril de 2010

ALISHA, LA MAMÁ QUE QUISO UN HIJO COMO ELLA




Ya sabéis cuál es mi opinión hacia los gafapasta-intelectualoides de la cultura occidental. Bueno, pues los hay iguales o quizá peores un poco más hacia oriente. Que han de existir es algo obvio. Pero los peores diría que son aquellos que, encima, para sentirse el ombligo del mundo se aferran a iconos occidentales. Ese es el caso de nuestra amiga Alisha. Pero Alisha, hija mía, producto de la Coca-cola en medio del desierto y los McDonalds en la Meca; hija de los Zaras y los Starbucks, ¿acaso no hay cultura de donde tú vienes? ¿Acaso es mejor refugiarse en la fresca sombra de Notredam que construir edificios nuevos, originales, novedosos, bajo los azotes del sol?

No sé. Entrevistarla ha sido tan aburrido como ver una película Tarkovski. Yo quería choque cultural, exotismo, danza del vientre, velos, misterio, bandejas repletas de dátiles tiernos, huríes medio desnudas cascabeleando con peligro de serpiente. Nada de nada. Una mujerzuela de la parada del bus. Del Charter. Del Supermercado del Corte Inglés.

Para colmo de males, encima, esta es de esos padres y madres que en sus retoños más que nueva vida ven continuación, perpetuación, anquilosamiento. Mi hijo será como yo, y hará tal, y será cual, y estudiará acá o morirá acullá. Por favor, lo interesante de la vida es la permutación, la hibridación, el consabido pollo de dos cabezas, niños con tres brazos, el suicida, el astronauta coleccionista de terrarios, el marinero con fobia al agua, el fontanero que nunca se le vé la raja del culo... Ejemplos mil.

Alisha no te mereces ni morir. Si dependiera de mí, tu castigo sería ser inseminada por todos los suicidas del mundo. Serías la Sísifo del desierto. La Prometeo en arameo (esto rima, por eso lo pongo, dadá). Suena cruel. Pues ponte a Janis Joplin, joder.

1 comentario:

  1. Deberías alegrarte de que algunas personas ven más allá de su país, región, cultura y, como ciudadanos del mundo, eligen lo que les da la gana: comida japonesa, danza oriental, un coche coreano y música americama. Da esperanzas. Para algo está la globalización...

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